Conocidos por todos como los hermanos Grimm, Jacob (1785-1863) y Wilhelm (1786-1959), fueron dos de las figuras fundamentales de la literatura infantil de todos los tiempos. Nacidos en Hanau, actualmente Alemania, estos hermanos pasaron a la posteridad por sus recreaciones de cuentos populares y por su colección de canciones.
Ambos hermanos siguieron los pasos de su padre e hicieron estudios de derecho en la Universidad de Marburgo (1802-1806), donde comenzaron sus investigaciones sobre la poesía popular.
Enamorados de las historias tradicionales, recopilaron dichas historias en la colección “Cuentos infantiles y del hogar” (1812 -1822), donde rescatan cuentos populares entre los que destacan los cuentos de hadas. La importancia de esta obra está en su esfuerzo por mantener el espíritu original de los relatos y que fuera la gran preocupación del Wilhelm.
Entre 1816 y 1818, publicaron su colección, “Leyendas alemanas”, donde recogen las leyendas históricas germanas.
Mientras tanto, Jacob se dedicaba intensamente a sus estudios filológicos, que recogería en “La gramática alemana” (1819-1837), una pilar de la lingüística alemana moderna.
Los Grimm llegaron a la Universidad de Gotinga en 1829. Posteriormente, en 1840 serían invitados como miembros de la Real Academia de las Ciencias de la Universidad de Berlín, por el rey Friedrich Wilhelm IV de Prusia. Es en Berlín donde emprenderían la realización del Diccionario alemán, del cual llegaron a editar apenas el primer volumen, debiendo aguardarse la conclusión hasta comienzos de la década de 1860.
La obra de los Hermanos Grimm
La idea de publicar una selección de los cuentos populares alemanes surgió de las publicaciones de la colección de cantos populares “El cuerno milagroso del niño” de Arnim y Brentano. Los hermanos quisieron homenajear a la literatura popular compilando todas las historias narradas oralmente desde la Edad Media que todavía permanecía vivas en los pueblos y regiones alemanes.
Para lograr su propósito recurrieron a sus propios recuerdos infantiles y los de sus allegados, además de realizar una cuidadosa investigación entre las gentes de los pueblos. Una de sus principales fuentes fue Cassel, la hija del farmacéutico Wild, que les transmitió las historias que la “vieja María” le narrara.
Para la transcripción de los relatos emplearon el lenguaje oral y las expresiones originales de los narradores en un intento innovador, ya que se estilaba hacer una recreación literaria de las fuentes que incluyera sanciones morales y alusiones poéticas.
En una segunda fase, los hermanos recurrieron a diversas fuentes literarias, pero tomando de ellas la esencia y prescindiendo del estilo poético para recobrar la ingenuidad original. Utilizaron textos de Moscherosch, Hans Sachs, Lutero y Jung-Stilling, logrando así recobrar el espíritu de los cuentos germánicos y haciéndolos realmente populares.
La colección incluye más de doscientos cuentos y narraciones, algunas de ellas se han hecho conocidas en todos los rincones del planeta, como “Blancanieves”, “La Cenicienta”, “Pulgarcito”, “Caperucita Roja” o “Barba Azul”. Aunque no fue escrita para niños en un principio, la intervención de Goethe hizo que los cuentos fueran incluidos en las bibliotecas juveniles del momento, para convertirse con el tiempo en clásicos.