Van dos hombres en el Orient Express, en el mismo vagón, solos.
Pasa la mañana. Pasa la tarde. Pasa la noche… y cuando llega el amanecer le dice uno al otro
– Oiga ¿usted de dónde es?
– Coño, yo soy de Bilbao, ¡Hostia!
– ¡Ay va la Virgen! Qué casualidad. ¡Yo soy de Santander!
– Hostia tú. ¡Los dos del Norte!
– ¿Y usted a qué se dedica?
– ¿Yo? soy violinista.
– ¡Me cago en la puta! Que puñetera casualidad. ¡Yo también!
– No puede ser. ¿Tú también violinista? Pues yo toco el violín de cojones, te lo advierto.
– Para buen violinista yo, tío, ¡soy el mejor de España!
– ¿Tú el mejor de España? ¡Vamos hombre, si yo soy el mejor del Mundo!
– Mira tío, fíjate si yo tocaré la hostia de bien, que cuando toco el violín en la iglesia de mi pueblo,
en Santander, la Virgen de madera llora.
– ¡JA! Para violinista de cagarse yo, que el otro día toqué el violín en la Catedral de Bilbao y de lo bien que lo hice,
bajó Jesucristo de la cruz, me dio un abrazo y me dijo emocionado
– Eso sí es tocar y no lo que hace el cabrón de santander que hace llorar a mi madre!!