Un hombre compra un perro en una tienda de animales y le enseña a recitar el Padrenuestro,
palabra por palabra, hasta que el perro se lo sabe perfectamente.
Lleva al perro al bar y anuncia: “¡Apuesto cinco libras a que este perro sabe recitar el Padre Nuestro!”.
Como era de esperar, varias personas aceptan la apuesta y colocan al perro sobre la barra. “Vale”, le dice el hombre al perro. “Hagámoslo”.
¡Wuff! ¡Wuff! Wuff!”, dice el perro, y empieza a lamerse las pelotas.
El hombre pierde todo su dinero y se desanima.
De camino a casa, le dice al perro: “¿Qué coño ha sido eso? Te he entrenado para que lo recites perfectamente”.
“Tienes toda la razón”, dice el perro, “pero piensa en las probabilidades que habrá mañana por la noche”.