“Un día mi madre salió y mi padre quedó a mi cargo. Yo tendría dos años y medio.
Alguien me había dado un juego de té y ése era uno de mis juguetes favoritos.
Papá estaba en el salón leyendo el periódico cuando le llevé una pequeña taza de té, que era solamente agua.
Después de varias tazas de té y de muchas alabanzas por la sabrosa bebida, mi mamá llegó a casa.
Papá la hizo esperar para que me viera traerle una taza de té, era la cosa más tierna…
Mi mamá esperó y allí venía yo caminando por el pasillo con la taza de té para papá.
Mamá lo miró mientras se la tomaba. Entonces ella dijo:
`¿No se te ha ocurrido pensar que el único lugar que ella puede alcanzar agua es en el escusado?´”…