Un día la esposa muy disgustada le dice a su esposo:
– Estoy cansada de tu sentido de pertenencia,
todo el tiempo andas diciendo: mi casa, mi carro,
mi esposa, mi televisor, ¿No habría alguna forma de que cambiaras esa actitud?
El esposo la mira y le dice:
– Bueno, está bien, quieres por favor alcanzarme nuestros calzoncillos.