Un león se despertó una mañana muy alborotado y malvado. Salió, acorraló a un pequeño mono y rugió:
“¿Quién es el más poderoso de todos los animales de la selva?”.
El mono tembloroso dice: “¡Tú eres, poderoso león!”
Más tarde, el león se enfrenta a un buey y brama ferozmente:
“¿Quién es el más poderoso de todos los animales de la selva?”
El buey aterrorizado balbucea: “¡Oh, gran león, eres el animal más poderoso de la selva!”
Ahora, en plena acción, el león se acerca con aires de grandeza a un elefante y ruge: “¿Quién es el más poderoso de todos los animales de la jungla?”
Rápido como un rayo, el elefante atrapa al león con su trompa y lo estrella contra un árbol media docena de veces, dejándolo con la sensación de haber sido atropellado por una carreta de safari.
Luego, el elefante lo pisotea hasta dejarlo como una tortilla de maíz y se aleja.
El león deja escapar un gemido de dolor, levanta débilmente la cabeza y le grita al elefante: “¡Sólo porque no sabes la respuesta, no tienes por qué enojarte tanto por eso!”