– Había una vez un niño brasileño, un niño colombiano y uno chileno que estaban en un avión malo volando, y el chileno dice
– Diosito, diosito, quiero caer en un sillón blandito.
El colombiano dice
– Diocito, diosito, quiero caer en un árbol blandito.
Y el bazileño dice
– ¡Diosicu, diosicu! y se calló de osico.