Tres trotamundos, un escocés, un inglés y un irlandés, se encuentran en un bar. El escocés levanta su copa y declara:
“Me gusta este sitio, pero un pequeño pub de Glasgow, McTavish’s, lo supera.
El dueño es tan simpático que después de invitarte a cuatro rondas, te regala la quinta”.
“Oh, veo tu McTavish’s y te subo a mi local, el Red Lion de Londres”, dice el inglés, dando vueltas a su bebida,
“Allí, el barman es extremadamente generoso.
Te ofrece la tercera ronda a cuenta de la casa tras sólo un par de pintas pagadas”.
El irlandés se ríe entre dientes e interviene: “¡Esto es la hora de los aficionados, muchachos!
En casa, mi querido pub te trata como a un rey desde el momento en que entras por la puerta.
No paran de servirte copas hasta que te emborrachas, sin coste alguno.
Luego, como gran colofón, te acompañan cortésmente al piso de arriba para una noche de pasión, ¡a cuenta de la casa!”.
El inglés y el escocés intercambian miradas dudosas antes de rebatir el cuento del irlandés.
“¿Has disfrutado realmente de este trato real?”, preguntan.