Dos jóvenes enamorados suben a las montañas para pasar unas románticas vacaciones de invierno.
Cuando llegan a la cabaña, el chico sale a cortar un poco de leña para encender la chimenea.
Cuando regresa, dice: “¡Cariño, tengo las manos heladas!”.
A eso ella responde “Bueno, ven aquí y te los calentaré entre las piernas”.
Sale un par de veces más y hace lo mismo.
Después de cenar, sale una vez más a cortar leña para pasar la noche.
Cuando regresa, vuelve a decir: “¡Cariño, tengo las manos realmente heladas!”
Ella lo mira y dice: “Por Dios, ¿nunca se te enfrían los oídos?”