Después de dos años desempleado, el chico, totalmente desesperado, llama a la puerta de un circo.
“Es la única plaza libre que tenemos disponible”, explica el dueño del circo. – ¡Es de un domador de leones!
¿Domador de leones? No creo que lo haga bien…
¡Vamos, muchacho! Este trabajo es fácil, ya verás.
Haces lo siguiente: entras en la jaula con un látigo en la mano y te enfrentas al León, si ruge, haces chasquear el látigo en el aire.
Si él da un paso hacia adelante, tú das un paso hacia atrás y haces chasquear el látigo en el aire. Si él da dos pasos hacia adelante,
tú das dos pasos hacia atrás y vuelves a hacer chasquear el látigo en el aire.
Si vuelve a avanzar, das un paso atrás y chasqueas el látigo en el aire… fácil…
Pero… ¿qué pasa si llego al final de la jaula y no puedo retroceder más?
¡Ningún problema!
Luego recoges un puñado de mierda del suelo y se lo arrojas a la cara del león.
¿Y si no hay mierda?
¡Puedes estar seguro que lo tendrás!