David invitó a su madre a cenar. Durante la cena, no puede evitar notar que Julie, la compañera de cuarto de su hijo, es muy linda.
Mientras observa cómo interactúan David y Julie a lo largo de la velada, se pregunta si hay algo más entre ellos que simplemente compartir el alquiler.
David, intuyendo los pensamientos de su madre, le dice:
– Mamá, sé lo que estás pensando, pero te puedo asegurar que Julie y yo solo compartimos un apartamento, eso es todo.
Aproximadamente una semana después, Julie le dice a David:
– Dime, desde que tu madre vino a cenar, no puedo encontrar el cucharón de plata. ¿Crees que es posible que se lo haya llevado consigo?
– No creo que mamá se haya convertido en carterista. Pero le enviaré un correo electrónico para asegurarme.
Se sienta frente al ordenador y escribe:
– Querida madre,
no digo que hayas subido a bordo nuestro cucharón de plata, ni tampoco digo que no te hayas llevado el cucharón contigo, pero es cierto que el cucharón ha desaparecido desde que llegaste a cenar.
Besos, David.
Y al día siguiente David recibe la respuesta de su madre:
– Mi querido David, no estoy diciendo que te acuestes con Julie,
y tampoco estoy diciendo que no te acuestes con Julie.
Pero el hecho es que si Julie durmiera en su cama, habría descubierto hace mucho tiempo que era una persona sospechosa.
Besos, mamá…