La abuela acaba de llegar a la residencia de ancianos y todos están cuidando de ella.
Las enfermeras la bañan, le sirven una deliciosa comida y la sientan en un sillón frente a la ventana, con vista a un hermoso jardín.
Todo parece perfecto, pero después de un tiempo, lentamente comienza a inclinarse hacia la derecha.
Inmediatamente dos enfermeras se acercan y la sientan derecha en la silla.
Todo parece volver a la normalidad mientras ella lentamente comienza a inclinarse hacia la izquierda.
Las enfermeras corren y vuelven a intentar levantarla…
Unos días después la familia viene a ver cómo está la abuela.
– Aquí todo va bien, ¿son amables contigo?
-No está nada mal, salvo que no me dejan tirarme pedos…