Alfredo había sido invitado por primera vez a cenar con la familia de su novia,
así que pensando en si la chica “caía” luego de cinco largos meses, pasó por una farmacia para comprar un preservativo.
Le dice al farmacéutico:
– Oiga, déme un preservativo que esta noche ceno con la familia de mi novia, y después de la cena quiero intentar…usted ya sabe.
El farmacéutico va a buscar el preservativo, pero Alfredo piensa y dice:
– Pensándolo bien déme dos,
porque mi chica tiene una hermana menor que no está nada mal, y es una fácil en todo el barrio…
El farmacéutico lo atiende, pero de nuevo Alfredo se corrige y dice:
– Bueno mejor déme tres, porque la madre es una loba que le pones los cuernos a su marido,
y está muy buena para su edad.
Cuando llega la hora de la cena,
Alfredo se la pasa con el cuello de la remera subido, sin quitarse el gorro y con la cabeza gacha.
Cuando terminan de comer, su novia le dice:
– ¡Alfredo, no pensé que fueras tan tímido!
– Ni yo que tu padre era farmacéutico