A su regreso de las vacaciones, un tipo muy tacaño se encuentra un amigo.
– ¿Qué, cómo te han ido las vacaciones?
– Le pregunta el amigo.
– El tiempo, horrible, y la pensión era una porquería.
El mar quedaba lejísimos, la playa apestaba y la habitación era minúscula. Lo mejor de todo, las toallas…
– ¿Y eso?
– Pregunta, sorprendido, el amigo. -Eran espléndidas -dice el avaro-
, de un excepcional tejido esponjoso, de primera calidad,
muy gruesos. ¡Eran tan gruesas que me costó muchísimo cerrar la maleta!