Un día, dos jóvenes hermanos en Roma, de 12 y 14 años, llegaron a casa con un billete de 20 y otro de 50 euros.
Su madre les preguntó de dónde habían sacado todo ese dinero.
“Bueno, estábamos de pie afuera del burdel cuando salió un tipo,” dijo el niño de 12 años.
Le dijimos que sabíamos dónde había estado, así que nos pidió que no reveláramos nada y nos dio 20 euros.
“Entonces seguimos al hombre,” dijo el otro chico, “y cuando llegó a su casa le dijimos que ahora también sabíamos dónde vivía.”
“Entonces nos dio otros 50 euros y nos suplicó que guardáramos silencio.”
“Ese es un comportamiento realmente horrible,” respondió la madre.
“Deberían sentirse realmente avergonzados y tener compasión por el hombre.” “Vete a confesar a la iglesia.”
Los chicos hicieron lo que se les dijo y fueron a la iglesia, a confesar y expiar ante el sacerdote.
Después de un tiempo, regresaron con 100 euros, ¡porque ahora también sabían dónde trabajaba el hombre!