Darryl y Harold eran los mejores pacientes de una institución psiquiátrica.
El lugar organizaba un concurso anual inusual: elegían a dos de los mejores pacientes y les hacían dos preguntas.
Si respondían correctamente, se consideraban curados y podían irse. Darryl fue llamado primero al consultorio
del médico y le preguntaron si entendía que sería libre si respondía las preguntas correctamente.
Darryl dijo “sí” y el médico procedió.
—Darryl, ¿qué pasaría si te sacara un ojo?
Darryl dijo: “Estaría medio ciego”.
—Así es. ¿Y si le saco los dos ojos?
“Estaría completamente ciego”.
El médico se levantó, estrechó la mano de Darryl y le dijo que podía irse. Cuando Darryl se iba, mientras el médico llenaba los formularios,
Darryl le mencionó el examen a Harold, que estaba sentado en la sala de espera. Le dijo qué preguntas le iban a hacer y le dio las respuestas.
Entonces Harold entró en el consultorio del médico cuando lo llamaron.
El médico realizó las formalidades y luego preguntó: “¿Qué pasaría si te corto una oreja?”.
Recordando lo que Darryl le había dicho, respondió:
“Me quedaría medio ciego”. El doctor parecía un poco desconcertado, pero continuó: “¿Y si me corto la otra oreja?”
—Estaría completamente ciego —respondió Harold.
—Harold, ¿puedes explicarme cómo es que quedaste ciego?
“Mi sombrero se me caería sobre los ojos”.