En medio de un largo viaje, la azafata le pregunta a uno de los pasajeros:
— ¿Quieres un Banana Split?
— No, gracias… ¡soy diabético!
—Entonces ¿qué tal un budín de leche condensada?
– Yo no puedo ! — repitió — ¡Soy diabético!
— Está bien — dijo la azafata — ¿Y la sugerencia de la casa, o más bien el avión? ¡Una deliciosa mousse de chocolate, cubierta con crema batida!
— ¡Niña, no lo entiendes! — dijo, empezando a cambiar — ¡Soy diabético!
— Oh, sé algo que te encantará: ¡nuestro pastel holandés! Delicioso…
— ¡Maldita sea! — grita golpeando el brazo del sillón
— ¡Ya te dije mil veces que era diabético!
-¡Estás sordo! no puedo comer esto
¡Mierda, soy diabético! Soy diabético !
—¡Regina! — grita la azafata, llamando a uno de sus compañeros — ¡Ese tipo aquí es un manojo de nervios! ¡Dale un poco de agua azucarada!