Una familia tenía dos hijos gemelos cuyo único parecido era su aspecto. Opuestos en todos los sentidos,
uno era un eterno optimista y el otro un pesimista.
Para ver qué pasaba, el día de Navidad su padre llenó la habitación del pesimista con todos los juguetes y juegos imaginables.
La habitación del optimista la llenó de estiércol de caballo.
Esa noche, el padre pasó por la habitación del pesimista y lo encontró sentado entre sus nuevos regalos llorando amargamente.
¿Por qué lloras?”, le preguntó el padre.
“Porque mis amigos se pondrán celosos, tendré que leer todas estas instrucciones antes de poder hacer nada con estas cosas,
necesitaré pilas constantemente y mis juguetes acabarán rompiéndose”, respondió el gemelo pesimista.
Al pasar por la habitación del gemelo optimista, el padre lo encontró bailando de alegría en el montón de estiércol. “
¿Por qué estás tan contento?”, le preguntó.
A lo que su gemelo optimista respondió: “¡Tiene que haber un poni por aqu