Había un niño parado en una esquina vendiendo pescado.
Él estaba diciendo: “Pescado de presa a la venta, pescado de presa a la venta”.
Un predicador se acercó y preguntó por qué los llamaba pez presa.
El niño dijo: “Los pesqué en la presa, así que son peces de presa”.
El predicador compró algunos, los llevó a casa y le pidió a su esposa que cocinara el pescado.
Su esposa lo miró desconcertada y dijo: “Se supone que los predicadores no deben hablar así”.
El predicador le explicó por qué eran pescados y ella accedió a cocinarlos.
Cuando la cena estuvo lista y todos estaban sentados, el predicador le pidió a su hijo que le pasara el pescado.
Su hijo respondió: “Ese es el espíritu papá. ¡Pasa esas patatas!