Nos encontrábamos, mi esposo, mi hijo de 8 años, y yo decidiendo a
dónde íbamos a cenar. Mi esposo me sugieró ir al “Conejito”, entonces el niño pregunta:
¿ Qué tipo de comida sirven en ese restauran?
Y mi esposo, que tenía un carácter fácilmente irritable, le contesta:
¿ Qué crees tú? Si el restauran se llama “El conejito” es porque venden conejo, ¿o no? Entonces, le digo yo, mejor vamos al “Cochinito”.
Vuelve el niño a preguntar:
¿ Qué sirven en ese restauran?
Mi esposo un poco irritado, le contesta:
Si usaras un poco el sentido común, no harías tantas preguntas tontas.
De momento recuerdo que me habían recomendado un restauran llamado “El Gato Tuerto”, y le digo a mi esposo:
Mejor, vamos al “Gato Tuerto”.
El niño respondió:
¡ Oh no, pero ese gato tuerto se lo comerán ustedes!