Un hombre va a la escuela de árbitros:
– Hola, buenos días.w Vengo a inscribirme para la carrera de árbitro.
– ¡José! Hay que tomarle los datos a éste desgraciado.
– Un momentito: yo no soy ningún desgraciado, ¿eh?
– ¡José! No vengas, que el hombre no tiene clara su vocación.