Un industrial inmensamente frico le anuncia a su futuro yerno, que es muy finolis
– Mire, joven, ésta es la dota de mi hija: doscientos mil euros en el banco,
un ático en pleno centro de la ciudad, una casa en la montaña, otra en la costa,
un coche nuevo, un cofre lleno de joyas, un juego de sábanas de seda, una cubertería de plata,
una vajilla de porcelana… de pronto, el novio finolis le interrumpe y le pregunta
– Disculpe, ¿de qué marca es la vajilla?