El viejo médico de provincia, cuyo hijo se ha doctorado en medicina,
le confía toda su clientela y parte para unas largas vacaciones.
Cuando regresa, pregunta al hijo si ha pasado algo insólito mientras ha estado fuera.
– Sí, papá -dice orgullosamente el hijo-.
¡He curado por fin, a la señora Pachote de aquella pesada indigestión que la molestaba desde hacía treinta años!
– ¡Imbécil! -le grita su padre-.
¿No sabes que ha sido precisamente esa indigestión la que te ha pagado los gastos de la universidad?