Una pulga está tomando sol en la playa, toda bronceada, debajo de una sombrilla, cuando llega otra pulga muerta de frío.
La primera le pregunta: “que te pasó?”. “Resulta que quise venir a la playa a tomar el sol,
y me subí en los bigotes de un motociclista que venía para acá, pero casi me muero del frío después de venir todo el camino a 200 km por hora”.
“No seas bruta, tienes que hacer como yo, te escondes en el baño de mujeres,
y cuando entra una, te subes a su ropa interior y viajas calentita y segura”.
Al otro fin de semana vuelven a encontrarse en la playa las dos pulgas, la primera bronceadísima,
y la segunda nuevamente blanca y muerta de frio. “¿Y ahora qué te pasa, no hiciste lo que te dije?”
“Sí, lo hice. me escondí en el baño de mujeres, llegó una y cuando se bajó la ropa interior, me subí,
me acomode ahí muy a gusto y me quede dormida”.
“Entonces, que pasó?”
“No lo sé; cuando me desperté estaba otra vez en los bigotes del motociclista y venía a 200 km/h muriéndome de frío